Para evitar fallos en la seguridad de las instalaciones eléctricas es prioritario diseñarlas de tal modo que no sean solo técnica y legalmente correctas, sino que cumplan con la condición básica de su existencia. Ser sencillas, funcionales y faciliten nuestro trabajo.
Parece algo muy obvio que todos sabemos, pero muchas veces, bien sea por desidia, desconocimiento o falta de coordinación, desarrollamos instalaciones técnicamente correctas, pero que con el tiempo, nos podemos encontrar con situaciones que pueden llegar ser muy peligrosas. Si al usuario final no le dotamos de los medios que cubran sus necesidades reales, posiblemente surgirán conflictos que pueden desembocar en manipulaciones o uso indebido de las instalaciones eléctricas con el consiguiente riesgo y fallo de seguridad.
Para ello, debemos incriminarnos plenamente con nuestro cliente y también, dentro de lo posible, con el usuario final pues, es él que dependiendo de sus necesidades hará uso de las instalaciones y así optimizar recursos de una forma tan sencilla como ubicar los equipos en el sitio ergonómicamente correcto. De nada sirve instalar un alumbrado eficiente, por ejemplo, si por su disposición, no tenemos en cuenta los reflejos que este puede producir sobre las pantallas de sus ordenadores.
Un usuario satisfecho con los medios que le ofrecemos, podrá ejercer su actividad de una manera más liviana, con un mayor rendimiento y satisfacción.
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